lunes, 7 de agosto de 2006

Vuela...















Dicen las malas lenguas
que fuí pasto de las llamas,
que por mucho que corrí
nunca doblé la esquina.

Cuentan que me fuí consumiendo
poco a poco, que ya no salía
a la luz del día,
ni a la de la noche.

Lentamente me transformé
sin pena, ni dolor alguno.
Eso dicen, pero no es así.

Ahora lo comprendo todo.

Ahora soy libre, campo a mis anchas
tomo de aquí y de allá,
sin preocupaciones,
hasta que rebose el vaso
y se incline la balanza.

Ahora fumo, bebo, canto y río
como solía hacer antaño
rodeado de ninfas en los prados.

Como hace mucho tiempo
cuando las tardes eran plomizas
y me buscabas en mi atalaya.

Como cuando yo leía
al "flaco de Úbeda"
encaramado a una roca,
y tu sonreías
de lejos.

Ahora todo es como debía haber sido,
nunca a mi antojo, siempre contradicho.

En espera de subir al último vagón.

4 comentarios:

  1. sugerente, me gustó el tempo ritmo de los versos
    tal vez la última frase no me cierre del todo
    quizá me falte leerla de nuevo
    pero igual
    el regreso de las musas fue muy interesante..

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  2. La libertad es sin duda la esencia de la vida, aquello sin lo cual todo carecería de sentido. Sin embargo, muchas veces necesitamos encadenarnos a las cosas, atarnos a algo o a alguien para encontrar así nuestro centro. Quizás no sepamos vivir libres. Quizás sea imposible.
    Me parece que el final cierra el poema de forma casi hermética pero...
    cómo sabrás que ese vagón será el último?

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  3. Simplemente lo sé, o tal vez lo intuya. Hay veces que dejamos pasar ciertas oportunidades solamente por miedo al cambio, y es entonces cuando debemos viajar en el furgón de cola. Por eso lo comento, ojalá la vida nos diese segundas oportunidades, pero ¿seríamos capaces de no volver a fallar esta vez?. Yo lo tengo muy claro...

    Un saludo seas quien seas, este es tu blog, espero que te sientas como en casa y que te sientas libre de expresarte cómo y cuando quieras.

    Agures a tod@s!!

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  4. Muchas veces no valoramos las oportunidades que la vida nos brinda y las perdemos casi sin darnos cuenta. Paradógicamente, después,tendemos a sobrevalorarlas por ese motivo y las que llegan tras ella las miramos con recelo. Las demás oportunidades no por ser distintas van a ser peores que la que un día perdimos, simplemente las miramos con otros ojos.
    De todas formas recuerda que la vida es azarosa y quien sabe si aquel tren que un día se fue vuelve a pasar otra vez.
    Gracias por contestarme, ha sido bonito.

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