martes, 12 de febrero de 2013
El Largo Camino a Casa
miércoles, 24 de agosto de 2011
Buenos y Malos...

jueves, 25 de noviembre de 2010
Siete muelles...

Entras y sales esquivando el balazo,
con la clase que se supone a los héroes
de barrio, papela y siete muelles.
De raza, cazador de sueños rotos,
el colmo de la filigrana y el salto mortal
cortado con limón y polvos de talco.
Entras y sales danzando siempre al filo,
durmiendo en la cuneta,
riendo con la seguridad de que
cuando estés en vena
vas a despertar.
martes, 2 de noviembre de 2010
miércoles, 11 de agosto de 2010
Tócala otra vez, Louis...

Caminando por tu ciudad. Paseando por sus aceras, puedes contemplar lo grande que puede llegar a ser el género humano y lo bajo que, a veces, podemos llegar a caer. Puedes transitar por la acera de la izquierda o por la derecha, no importa. Algo a toda vista tan sencillo como la elección de la vía por la que vamos a transitar se convierte frecuentemente en un asunto de capital importancia. El laberinto bioquímico que lleva a la activación de estas sinapsis en lugar de aquellas resulta ser un malabarismo electroquímico que escapa a nuestro conocimiento. Pura pornografía molecular.
Es por eso que a veces me siento a pensar y me deprimo. Me vengo abajo incapaz de soportar esa contradicción. Hay algo en mí que se resiste al reduccionismo conductista que significa depender del medio, del estímulo. Ser meras máquinas reactivas. Tiene que haber algo más. Somos alma, somos materia, somos azar y necesidad. O no.
Entonces camino por mi ciudad. Sin rumbo fijo. Queriendo estar a solas con mis moléculas y mis sinapsis. Intentando fijar conocimientos, revolviendo en la maraña de acertijos que guardo en la sesera. Cuando de pronto me fijo en una pareja. Se están haciendo una foto delante de un conocido monumento. Él la enfoca desde lejos, amenazante con su cámara de última generación, de diez millones de megapíxeles comprada por Internet. Ella sonríe tácitamente. Con pose de artista. Algo no va bien. Su cara refleja una mueca extraña, mezcla de ardor de estómago y dolor de muelas. Tal vez le haya sentado mal la mezcla de café solo y zumo de naranja que ha desayunado. O tal vez no.
El muchacho la anima a poner la mejor de sus sonrisas. “Sonríe cariño. Ya verás… van a flipar cuando vean las fotos, lo bien que lo estamos pasando. ¿eh?”
Es estúpido ponernos a polemizar sobre las relaciones de pareja. Todo el mundo tiene sus más y sus menos. Yo me quedo con la foto. La sonrisa. ¿Por qué sonreímos delante de la cámara? ¿es quizás un reflejo innato? ¿un acto mecánico adquirido?.
Las razones que llevan a nuestro cerebro a ordenar a un centenar de músculos faciales que se contraigan y fuercen la mueca son oscuras y siniestras. Existe algún tipo de terror ancestral cuando vemos blandir ante nosotros una cámara de fotos, algo que nos empuja a sonreir, no vaya a ser que parezca que “no me lo estoy pasando bien”. ¿Una reacción química?, ¿una respuesta ante un estímulo amenazador? . Una realización extrema de lo que es una mueca de terror. ¿Somos más simples de lo que pensamos? . O no.
Ciertos pájaros de mi barrio acostumbran a desplegar su repertorio de trinos más selecto al alba. Ese momento en que empiezan a despuntar los primeros rayos de sol despierta en ellos un estado de ánimo peculiar. Al igual que los gallos cantan al amanecer. Este trino es peculiar, una especie de aviso. Estás acabado y lo sabes. Llegas a casa sin dinero en el bolsillo y con neuronas muertas de más. Curiosa asociación de ideas.
Lo que resulta más curioso es que ese mismo patrón de conducta se repite al atardecer. Cuando la intensidad lumínica es similar a la de un amanecer. Nuestros amigos alados despiertan de su siesta postpandrial y tiran de tablas y repertorio. No vaya a ser que piensen que no se lo están pasando bien.
“Sonríe cariño, está saliendo el sol…”
martes, 18 de mayo de 2010
500.000 tardes

Me declaro incompetente
en esta causa,
esta doctrina sin fundamento,
este proyecto de martes y miércoles,
de café y lisozimas.
Vuelvo así a la amnesia en el cielo del paladar,
a pintarme la calavera,
a forrar de cuero tu espalda
helada,
consumida.
Por eso me declaro incompetente,
me veo obligado por mis huesos frágiles,
por tus ceniceros vacíos
de colillas huérfanas.
Tal vez me perdí dentro de tu bolso
entre sombra de ojos,
vales de descuento y pasiones calladas,
ocultas por un silencioso ardor.
lunes, 1 de febrero de 2010
Desdén...

En esos instantes en que nos embriagamos con el dulce sabor de la victoria, con la crónica fogosa que venda los ojos del espectador, en esos momentos creemos en ti.
Cuando nos solazamos ufanamente, cuando el triunfo de esos laureles aguarda a la lengua viperina, y el trago largo de hiel nos ayuda a naufragar también creemos en ti.
En el momento exacto en que, cual espada de Damocles apuntas a nuestras cabezas desde tu pedestal, dejandote caer y envolviendolo todo con un hedor aleccionante,
creemos en ti.
Solamente una palabra tuya hace falta para que nosotros, tus fieles creyentes inmolemos nuestras mentes en tu honor. Porque creemos en ti. Por eso mismo he venido a ofrecerte el más vil de los desprecios, mi indiferencia absoluta.
¿Por qué te creemos?
martes, 8 de diciembre de 2009
Empuje, por favor...

A estas alturas de la noche,
me sorprendes en otro punto cardinal
distinto del tuyo, me viene mal.
Ponerse, quitarse, no hay fe
ni brilla fuerte la luna.
Me viene mal porque de puntos y cardenales
acabó llena la sala de espera en la que
te conocí.
Tal vez sonreías, tal vez no, pero en tu defensa
he de decir que fuimos grandes,
entre nubes químicas y algodón de azúcar.
Ponerse y quitarse, desnudar el alma,
volverla a digerir, acariciar la hierba
con la punta de los dedos y regresar al alba
con las bodegas repletas de pescado.
Ultracongelado.
A estas alturas de la noche
me suele venir mal porque zarpo.
Quizás un día te busque y volvamos a la mar.
Tendremos que empezar
a empapelar las paredes del cuarto de máquinas.
jueves, 23 de julio de 2009
Nómadas

Nómadas del tiempo
que acumulan brazadas de mugre
bajo las uñas
esperando un signo de aprobación
que siempre tarda y nunca
o casi nunca agrada.
Mírame, soy feliz
acaso no lo eres tú también.
Lástima,
pudimos compartir senda y bellotas
por el camino.
Nómadas en busca de la experiencia,
del vacío que pasta entre paréntesis,
de las comillas explicativas
con la verdad absoluta.
A golpe de bisturí aguardan incólumes
el primer pulso arterial,
el primer gorjeo de sangre azul principesca
que les rapte de su inopia
y les lleve a su Idaho privado.
Nómadas del tiempo
y el absurdo de vagar
por amor al arte.
miércoles, 13 de mayo de 2009
martes, 14 de abril de 2009
Der Panther

Su mirada se ha cansado de tanto observar
esos barrotes ante sí, en desfile incesante,
que nada más podría entrar ya en ella.
Le parece que sólo hay miles de barrotes
y que detrás de ellos ningún mundo existe.
Mientras avanza dibujando una y otra vez
con sus pisadas círculos estrechos,
el movimiento de sus patas hábiles y suaves
va mostrando una rotunda danza,
en torno a un centro en el que sigue alerta
una imponente voluntad.
Sólo a veces, permite en silencio, la apertura
de los cortinajes que ocultaban sus pupilas;
y cruza una imagen hacia adentro,
se desliza a través de los tensos músculos
cae en su corazón, se desvanece y muere.
Rainer Maria Rilke
lunes, 12 de enero de 2009
La hora del carnaval...

Hay lugares de los que no se puede volver
como si no hubiera pasado nada
y siempre fuera carnaval
-me dijo-
Hay lugares para olvidarnos
en los ángulos muertos
y acumular polvo
y magullarnos las rodillas.
Hay lugares para mentir
lugares para soñar
lugares comunes...
Pero hay lugares -dijo-
de los que no se puede volver
con la cara pintada
y resaca de tambores...
Siempre en carnaval.
miércoles, 24 de septiembre de 2008
Luz roja...

y cada noche,
voy dejando que me creas libre.
Y es en esa ilusión
donde cada noche me recreo,
veterano del insomnio.
Porque sé que al volver todo seguirá igual,
silencioso, varado e inmóvil.
Voy dejando que me creas libre
y en tu inopia
vas forjando una alianza de oscuridad,
alimentándote de mí,
desarmándome.
Por eso cada noche me retraso un poco más,
y vuelvo a tí
creyendome vencedor
y perdido.
martes, 22 de abril de 2008
La República de los gatos...
Turquía es pródiga en variedades de gatos e incluso tiene sus propias denominaciones de origen. De aquí provienen los Angora (Ankara), de largo pelaje blanco, y los extraños gatos de Van (en el este), que poseen un ojo de cada color y gustan de nadar en el lago del mismo nombre. Los gatos de Van no pueden ser, por ley, llevados fuera de Turquía, y solo cruzan la frontera en forma de lujoso regalo a reyes y jefes de Estado.
Pero si hay un lugar donde los gatos son amos y dueños de las calles, ese es Estambul. Son, como la ciudad misma, gatos mestizos, cruzados, sin ningún pedigrí, a veces sucios y siempre revoltosos. Pero son tratados con especial mimo por los estambulís, que los alimentan con lo que tienen a mano. Así, los gatos de Tarlabasi son pobres y flacos como sus habitantes y, en cambio, los de Cihangir se extienden gordos y lustrosos sobre el capó de los coches. La señora Aral, cada día, deposita frente a su casa una buena porción de pienso para gatos o incluso platos enteros de anchoas frescas. Cuando el frío obliga a los estambulís a encerrarse en casa, la anciana coloca unas mantas junto a su puerta para que se cobijen. En las puertas traseras de los restaurantes, los animales esperan siempre su ración y algunos turcos afirman, como casi todo entre bromas y veras, que si en los alrededores de una fonda no se ven gatos es que se sirve carne de felino.
El amor de los turcos por los animales callejeros siempre llamó la atención a los viajeros europeos y, cuando el general prusiano Helmut von Moltke llegó a Estambul en 1837, escribió sorprendido a un colega suyo: "Los turcos muestran caridad incluso hacia los animales. En el barrio de Üsküdar hay hasta un hospital para gatos". Las crónicas relatan que en 1910, cuando el Gobierno de turno decidió deshacerse de 40.000 perros enviándolos a una isla desierta del Mar de Mármara (nadie tenía estómago suficiente para sacrificarlos), los habitantes de Estambul montaron en cólera. "Los estambulís valoramos mucho a los animales que viven en las calles porque durante siglos hemos compartido esta ciudad cosmopolita", explica Elif Soyer, directora del programa Perros y gatos en las ondas.
Poco a poco, al derretirse la nieve, los gatos comenzaron a dejarse ver. Salían de debajo de los coches cubiertos de nieve que se habían convertido en improvisados iglús o de los portales en los que filantrópicos humanos les habían permitido refugiarse. Poco a poco, volvieron a imponer su orden en las calles de Estambul. Retomaron el poder en la república de los gatos.
jueves, 13 de marzo de 2008
Mi país...
de siempre y parece que nada
ha cambiado, maldita ciudad.
Estúpido tiempo éste
que nos ha tocado caminar.
Torcemos la esquina esperando
encontrar una cara entre la gente,
hasta que consumidos
dejamos de ser dignos de los abrazos
de la emperatriz
y sus flores
de plástico.
Bebiendo alquitrán entre caladas
de espuma nos reímos de nuestro papel,
de nuestras huídas hacia adelante,
de éstas almas
que sustentan tristes cueros.
Tristes, tristes
si no es amor la empresa.
Así es mi país,
con sus himnos y sus muertos,
Y su eterna Guerra Civil.
Inspirado en el poema Tristes guerras de Miguel Hernández.
Tomemos un poco de aire antes de volvernos a sumergir en la realidad.
Saludos.
lunes, 28 de enero de 2008
Un poco de paciencia...

¡¡Nos vemos!!
lunes, 24 de diciembre de 2007
Otra vez llega la navidad...

¡¡¡Qué desgracia!!! Otra vez llega la navidad a nuestras vidas.
En fin, es algo inevitable, así que será mejor quedarse en casa al lado del radiador disfrutando de una buena siesta.
Y cuidado por la calle, que siempre hay algún desgraciado que te endiña un bolazo de nieve (eso donde haya nieve; porque lo que es por aquí la verdad es que poco...)
jueves, 29 de noviembre de 2007
Mímesis...

"Non, rien de rien,
non, je ne regrette rien..."
El estribillo se repetía una y otra vez en su cabeza; podría haberlo escrito ella misma. Definía perfectamente estos últimos años de su vida. ¿Por qué tenía que arrepentirse de haber hecho lo que le venía en gana?. "La vida bohemia es dura..." se decía a sí misma mientras sus dedos bailaban alrededor del émbolo. Su pequeño cuerpo se fundía entonces con el relleno del sofá.
No estaba escrito. Su destino era distinto a toda aquella oscuridad que la rodeaba. Las estrellas le habían hablado de otras cotas, otros horizontes. Apura las últimas gotas de alcohol que resbalaban por el hielo de su copa mientras se levanta y se dirige a la cocina. Después de todo tampoco estaba tan mal, la salud la respetaba a rachas, no tenía problemas para llegar a fin de mes y por el cable podía ver cine clásico 24 horas al día. No necesitaba nada más.
Algunas noches el dolor volvía como el cosquilleo de un miembro amputado. Entonces observaba su foto en un rincón y soñaba encontrarle arriba.
jueves, 27 de septiembre de 2007
Por tu cabeza...
Andando por el mismo camino,
por la misma senda que otros
siguieron antes,
antes de que tú fueras tú
y nosotros los demás,
quemamos las calles de Madrid.
Bebiendo de las mismas aceras,
apurando las cenizas de cigarros de prestado,
aprendimos a volar raso.
Ni un minuto era en vano, ni un reproche,
dando la vida por una canción
crecimos en clave de Sol.
Como siempre "mirando sin ver",
acompañados de caras sin nombre
renovamos cada noche nuestro pacto
entre caballeros, con el diablo atado
a la espalda.
Amaneciendo con cara de locos,
esperando cada mañana
el rayo de sol tempranero
que indica
el camino de regreso.
Bueno, este último va por todos los "coleguis" que se han metido últimamente (no quiero dar nombres por si os molesta). Espero que os recuerde buenas sensaciones y buenos momentos, sobre todo. Porque al final lo importante son esos momentos en los que nadie se para a pensar, ciertas rutinas, ciertas costumbres y ambientes que nos producen sensaciones que difícilmente podremos volver a experimentar. Por lo menos con la misma intensidad. Así que: "...va por ustedes..."
¡¡¡¡¡Un saludo!!!!!
sábado, 4 de agosto de 2007
Neón...

descubro deudas sin pagar,
el filo del brillo de tus piernas,
la duda de mis hojas secas,
armonía de ojos huecos
y pasos por el corredor.
De paso por tus bolsillos
me invento un plan fatal,
para tu alma, para la mía,
y flambeo mi futuro con el
último trago de aguardiente
que guardas bajo la cama.
De viaje por los míos
descubro coches robados,
noches de cobalto y cigarros
mal apagados.
De paso por los míos
decido quedarme
al amparo de un dios de neón,
que ilumina mi camino
en lapsos de cinco segundos.