
No tengas miedo...¿ves aquella estrella?...esa que brilla fuerte ahí, al final de todo. Esa estrella soy yo. Observa cómo parpadea, como cambia de color y de intensidad al ritmo de tu respiración. Su luz viene de lejos, y aunque murió hace muchos años, sigue viajando hasta donde te encuentras a través de este inmenso océano de oscuridad .
Imagina todo lo que podrías hacer con una estrella, con su fuerza, con su luz... Imagina que su calor te envuelve, que te levanta del suelo, que vuelas... Vuelas hacia la nada. Hacia el todo. No te importa, te sientes bien. Poco a poco vas cerrando los ojos y te dejas llevar, oyes una leve música, un ronroneo tranquilizador; y mecido por su suave vaivén te duermes.
Acuérdate de esto, y cuando despiertes y te fallen las fuerzas, mira hacia aquel rincón del mundo. ¿Lo ves?... allí brilla fuerte una estrella. Esa estrella soy yo...
Reincidente
ResponderEliminarRetomar la energía
que desatan las palabras
como puñales afilados
en denuncia de la injusticia.
Como el grafito
que sentencia sobre el papel
la mirada de la mulata
de corazón desgarrado y cuencas desiertas.
Retomar
la presión de los dientes
sobre el labio que escupe y besa,
reiterar los impulsos
como destellos convertidos
en gorgoritos que ensordecen.
Sobrellevar junto a los compañeros
los soles como rehenes de la horma sibarita.
Apoyando a los reincidentes
que callan el grito en la noche
arrastrándose tras la convicción.
Aprovechar los segundos
mudos en la esfera del tiempo
hasta que nos calcifique
la sequia nuclear de engañosa luz divina.
Amarnos
abrazándonos sin compasión
dirigiendo nuestros propósitos
a los de los congéneres que
agradecen a Dios no morir de hambre
a la espera de la beneficiencia acorazada.
A los que matan y delinquen
con la soga al cuello,
A las madres que conciben
en la sacristía almacenada de fardos.
A los incautos y amigos,
estudiantes y trabajadores
cosmopolitas en el laberinto pancreático,
subterraneo y compulsivo.
HARTUHITZA!