sábado, 28 de enero de 2006

El día tiene ojos, la noche orejas....


No tengas miedo...¿ves aquella estrella?...esa que brilla fuerte ahí, al final de todo. Esa estrella soy yo. Observa cómo parpadea, como cambia de color y de intensidad al ritmo de tu respiración. Su luz viene de lejos, y aunque murió hace muchos años, sigue viajando hasta donde te encuentras a través de este inmenso océano de oscuridad .

Imagina todo lo que podrías hacer con una estrella, con su fuerza, con su luz... Imagina que su calor te envuelve, que te levanta del suelo, que vuelas... Vuelas hacia la nada. Hacia el todo. No te importa, te sientes bien. Poco a poco vas cerrando los ojos y te dejas llevar, oyes una leve música, un ronroneo tranquilizador; y mecido por su suave vaivén te duermes.

Acuérdate de esto, y cuando despiertes y te fallen las fuerzas, mira hacia aquel rincón del mundo. ¿Lo ves?... allí brilla fuerte una estrella. Esa estrella soy yo...

1 comentario:

  1. Reincidente

    Retomar la energía
    que desatan las palabras
    como puñales afilados
    en denuncia de la injusticia.
    Como el grafito
    que sentencia sobre el papel
    la mirada de la mulata
    de corazón desgarrado y cuencas desiertas.

    Retomar
    la presión de los dientes
    sobre el labio que escupe y besa,
    reiterar los impulsos
    como destellos convertidos
    en gorgoritos que ensordecen.

    Sobrellevar junto a los compañeros
    los soles como rehenes de la horma sibarita.
    Apoyando a los reincidentes
    que callan el grito en la noche
    arrastrándose tras la convicción.

    Aprovechar los segundos
    mudos en la esfera del tiempo
    hasta que nos calcifique
    la sequia nuclear de engañosa luz divina.

    Amarnos
    abrazándonos sin compasión
    dirigiendo nuestros propósitos
    a los de los congéneres que
    agradecen a Dios no morir de hambre
    a la espera de la beneficiencia acorazada.
    A los que matan y delinquen
    con la soga al cuello,
    A las madres que conciben
    en la sacristía almacenada de fardos.
    A los incautos y amigos,
    estudiantes y trabajadores
    cosmopolitas en el laberinto pancreático,
    subterraneo y compulsivo.
    HARTUHITZA!

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