martes, 8 de diciembre de 2009

Empuje, por favor...


A estas alturas de la noche,

me sorprendes en otro punto cardinal

distinto del tuyo, me viene mal.


Ponerse, quitarse, no hay fe

ni brilla fuerte la luna.


Me viene mal porque de puntos y cardenales

acabó llena la sala de espera en la que

te conocí.


Tal vez sonreías, tal vez no, pero en tu defensa

he de decir que fuimos grandes,

entre nubes químicas y algodón de azúcar.


Ponerse y quitarse, desnudar el alma,

volverla a digerir, acariciar la hierba

con la punta de los dedos y regresar al alba

con las bodegas repletas de pescado.


Ultracongelado.


A estas alturas de la noche

me suele venir mal porque zarpo.

Quizás un día te busque y volvamos a la mar.


Tendremos que empezar

a empapelar las paredes del cuarto de máquinas.




jueves, 23 de julio de 2009

Nómadas



Nómadas del tiempo
que acumulan brazadas de mugre
bajo las uñas
esperando un signo de aprobación
que siempre tarda y nunca
o casi nunca agrada.

Mírame, soy feliz
acaso no lo eres tú también.
Lástima,
pudimos compartir senda y bellotas
por el camino.

Nómadas en busca de la experiencia,
del vacío que pasta entre paréntesis,
de las comillas explicativas
con la verdad absoluta.

A golpe de bisturí aguardan incólumes
el primer pulso arterial,
el primer gorjeo de sangre azul principesca
que les rapte de su inopia
y les lleve a su Idaho privado.

Nómadas del tiempo
y el absurdo de vagar
por amor al arte.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Te fuiste...

Ayer te fuiste como si nada. Esquivando la mirada, tímidamente y sin molestar.
Tu desordenada existencia nos enseñó a perder.


martes, 14 de abril de 2009

Der Panther



Su mirada se ha cansado de tanto observar
esos barrotes ante sí, en desfile incesante,
que nada más podría entrar ya en ella.
Le parece que sólo hay miles de barrotes
y que detrás de ellos ningún mundo existe.

Mientras avanza dibujando una y otra vez
con sus pisadas círculos estrechos,
el movimiento de sus patas hábiles y suaves
va mostrando una rotunda danza,
en torno a un centro en el que sigue alerta
una imponente voluntad.

Sólo a veces, permite en silencio, la apertura
de los cortinajes que ocultaban sus pupilas;
y cruza una imagen hacia adentro,
se desliza a través de los tensos músculos
cae en su corazón, se desvanece y muere.

Rainer Maria Rilke

lunes, 12 de enero de 2009

La hora del carnaval...



Hay lugares de los que no se puede volver
como si no hubiera pasado nada
y siempre fuera carnaval
-me dijo-

Hay lugares para olvidarnos
en los ángulos muertos
y acumular polvo
y magullarnos las rodillas.

Hay lugares para mentir
lugares para soñar
lugares comunes...

Pero hay lugares -dijo-
de los que no se puede volver
con la cara pintada
y resaca de tambores...

Siempre en carnaval.